Acabó la Semana Grande. A ver si se sanea un poquito Lo Viejo;
estamos de guiris hasta la coronilla. Literamente. Me acabo de quitar
uno de detrás de la oreja.
Últimamente, cada vez que voy a
aparcar, se me pone delante el tren Txu-txu ¡y desde la última fila sus
extraños ocupantes me sacan fotos! y así, a su paso y sin otra cosa más
interesante entre manos, voy buscando plaza libre.
De hecho, se
han visto japoneses con cara de chinos fotografiando papeleras y cosas
tiradas por los suelos. Tal cual. Lo ves y dices: mira, otro oriental
haciendo fotos. A veces sólo lo piensas, mecánicamente, como cuando ves
un Pokemon. ¡Mira, un Pokemon! A este punto hemos llegado. Hay que
joderse.
Un australiano estaba volando un dron desde el Paseo de
los Curas; una rusa había ganado vino, txorizo y jamón en las ferias del
Paseo Nuevo; había unas chicas negras de despedida de soltera, pero
manejando la situación con discreción, y una familia de franceses en el
desembarco pirata se desahogaban gritando "allez la France!". Lo más
normal: uno de Bilbao que dio 4,34 mg por litro de sangre en un control
de alcoholemia. Récord mundial. Nada en especial.
Ayer quise
entrar al portal escapando de cabezudos y gigantes venidos de los cuatro
confines, cuando un brontosaurio de pelo rojo, piel más roja que su
pelo y un tatuaje que le subía por el cuello desde el meñique hasta la
oreja en lo que parecía ser una inscripción de su tribu de origen, me
puso algunos problemas para poder abrir la puerta y escapar del
akelarre.
Como deduje después de hacerle ver, mediante el
lenguaje de los signos, que mi intención no era ocupar su espacio, sino
refugiarme en mi madriguera, la gigantesca gamba de las montañas
caucásicas pensó en un primer momento que yo era un estorbo más del que
librarse de dos tortazos con la mano abierta.
Tuve que recurrir
en última instancia a las palabras mágicas previstas para estas
incomodidades: "¿Pintxos? ¡Por allí!", de resultas que el obstáculo
salió con prestancia en la dirección que señalaba mi dedo.
Deseo:
hace calor, salgo de trabajar; a ver si me doy un bañito en el marco
incomparable. Realidad: marea alta y el sobaco de una gorda inglesa que,
por lo que sea, no hace más que mover los brazos, como el molino de Don
Quijote, delante de mis narices. Al lado una miríada de boy scouts
acampándome encima, guitarra incluida. Don Quijote, yo. Comiendo arena.
Ayer también, coincidiendo con la marea alta, había unas cuantas olas
en el Paseo Nuevo. Parapetado en un bici inútil, puesto que el bidegorri
estaba colapsado por gentes de la Torre de Babel, no pude sino
regocijarme cuando un pequeño batallón de las hordas circundantes se vio
sorprendido por un resplandeciente chorro de agua espumosa. ¡Bien!
Dicen que la naturaleza siempre acaba poniendo las cosas en su sitio.
Ojalá encuentre la Madre Tierra una solución análoga para los orines
que soportamos los que somos vecinos de la iglesia parroquial de San
Vicente y aledaños. Si hay que ponerle velas al santo, que se pongan.
Pero el caso es que, poco a poco, venimos a quedarnos los de siempre y
así, pasito a pasito, marchamos de cabeza a las Euskal Jaiak, el Sagardo
Eguna y las regatas de traineras.
Pondremos la sidra a refrescar
y, como no, animados por los Bebés de la Bulla, tendremos txotx una vez
más junto a los muros de la Iglesia. Gora Euskadi!
la oveja es negra
Este blog tiene un título poco original. Al menos tan poco original como su autor. No obstante, como otros autores tan poco originales como él, pretende fijar sus opiniones en contraposición a la opinión dominante. Que lo consiga o no es otro cantar, teniendo en cuenta lo presuntuoso del asunto. Aún así, quizá, alguna cosita, por pequeña que sea, pueda servir para la reflexión de alguien. Ya está. No haría falta más.
lunes, 22 de agosto de 2016
martes, 26 de enero de 2016
CULTURA OFICIAL Y ROBO DE ENERGÍA CIUDADANA
Escribo sobre la tamborrada 2016 y deslizó un "maldita capitalidad". Me cae la del pulpo en casa y fuera de casa por mis explícitas y nada fundamentadas críticas. ¿A qué viene esa enmienda a la totalidad desde el juicio puntual a uno, el primero, de sus eventos?¿no podrías hacer crítica constructiva sin necesidad de cargarte el esfuerzo en su conjunto?¿qué necesidad tan visceral te mueve a ser tan aceradamente cenizo y cascarrabias, tan frívolo e injusto a la vez?
Un mal día lo tiene
cualquiera, así que voy a hacer dos cosas: rectificar y dar motivo de mi
crítica.
En cuanto a lo
primero, reconocer que es posible que la Capitalidad Cultural Donostia 2016
llegue a ser fructífera e interesante vista globalmente -dejo claro, más abajo
(espero), que ya lo son muchos de los actos programados-. Y de paso, que yo
esté equivocado.
A favor de ello
debería reconocer, para empezar, que no tengo una idea nítida de cómo debe de
ser la promoción cultural de un espacio social y que más bien albergo
"vagas intuiciones" de lo que creo que no debería ser. No es mucho,
pero es algo. No creo que sea solo destruir sin construir.
En cuanto a lo
segundo, tengo mis dudas. Allá voy.
Dudas no porque el
nombre me parezca un mal augurio para la comprensión que se pretende de la
ciudadanía (DSS2016EU), descifrable solo para iniciados; no porque el programa
requiera de ocho páginas de explicaciones fárragosas y de un mapa de lectura ininteligible;
no porque el barullo, la indefinición y la improvisación hayan campado por sus
respetos y el desencuentro con luz y taquígrafos haya hecho su aparición en
diversas ocasiones; no por las ocurrencias que han ido floreciendo aquí y allí
sin un hilo conductor de fácil e intuitiva comprensión; no sólo por el
ombliguismo que supuran algunas de las propuestas; y tampoco por el esnobismo
hortera con el que se revisten otras, ni por la inevitable inclusión de la
tamborrada o la gastronomía como eventos culturales identitarios
sobredimensionados. No.
Tampoco por lo
programado, entre lo cual, en caótico batiburrillo de eventos de todo tipo,
encontramos propuestas de interés y oportunidades inigualables para el disfrute
de los sentidos, que solo faltaba. Se acaba de inaugurar, por ejemplo, la
magnífica retrospectiva dedicada al grupo Gaur, Konstelazioak (especialmente interesante en las 68 piezas que
configuran su primera parte, aunque, por otro lado, no deje de ser "más de
lo mismo" y algo diré a continuación al respecto) y ya nos anuncian una
impresionante Tratados de paz con 300
obras relevantes de 21 museos distintos. Cine, teatro, música, danza,
literatura, cómic, charlas, paseos, encuentros... y gastronomía (cómo no).
Quizá la propuesta de
contenidos albergue los mejores argumentos para tachar de injustos los míos.
En todo caso, mi enmienda pretende cobrar sentido desde
un punto de vista más conceptual. Se dirige al concepto mismo de esta capitalidad, a su filosofía,
génesis y objetivos. Es el conjunto lo que se cuestiona. Por dirigista y a la
vez tramposo, especialmente por pretender ser fruto de la ciudadanía.
Porque si cultura es,
en un intento de definición entre los muchos posibles, el conjunto de
ideologías, costumbres, lenguajes, formas de comportamiento, etc. que tiene un
individuo dentro del grupo social al que pertenece y trasmitida por la sociedad
circundante, lo importante es saber cuáles son los agentes de esta sociedad
circundante que se encargan de transmitirla.
¿Surge la cultura
desde abajo, desde lo popular y alternativo, desde una ciudadanía activa y
liberada o es implementada desde arriba, desde una oficialidad elitista que
ejerce su poder uniformizador?¿Se transmite desde Kortxoenea o desde la Fundación
Kursaal?¿La generan los vecinos desde sus asociaciones de barrio o se genera
desde la sede de la capitalidad en la calle Easo?
Tengo dudas, pero casi
ninguna de que en DSS2016EU estamos hablando de cultura oficial disfrazada de
participación ciudadana, de "olas de energía ciudadana", de
"cultura para la convivencia" y todo ese rollo. De un “proyecto transversal”, “participado
por los donostiarras en su conjunto”, “con el protagonismo de la gente en el
foco del asunto”, “con vocación transformadora”, blablablá.
Esos parecen ser los
deseos, los objetivos que se esgrimen en folletos, declaraciones y presentaciones. Cultura para el pueblo, participada
por el pueblo, pero ¿generada por el pueblo? Hay algo que chirría en este
asunto. Los buenos deseos parecen tornarse en justificaciones que a su vez se
topan de bruces con la realidad, con un conocimiento del proyecto que si de
alguna manera fomenta la participación de la gente, lo hace básicamente en un
sentido semanagrandista. De fuegos y
helado. Los niños responden entre risas "ni idea", cuando se les
pregunta y los mayores más enterados avanzan que será "una gran
oportunidad para la ciudad y para el turismo, con un montón de cosas".
Y si es así, para este
viaje no hacen falta alforjas. Tiremos de fondo de armario. La inauguración de
luz y sonido de 660.000€; el hacer cantar a 50.000 personas nuestro penúltimo
hallazgo identitario-cultural, el Baga biga higa de Mikel Laboa (nadie recuerda
ya que son dos poemas de Manuel Lecuona); la barroquización de la tamborrada,
desdibujada entre coros y danzas o en la playa, fuera de contexto; Kresala, el
Orfeón Donostiarra, aizkolaris y soka-tira, Chillida, Oteiza, Zumeta, Balerdi;
los inevitables: Kutxa, la Real Sociedad y El Diario Vasco (que nos
regala la bandera oficial de la capitalidad y oculta el fiasco de la ceremonia
inaugural); los patrocinios (muchos menos de los esperados); Tabacalera (magnífico edificio,
magníficos espacios, ¿magníficas intenciones?); el congreso de las lenguas
minoritarias (y otras iniciativas complementarias), con un "muelle"
para él sólo, el 284+, y que adquiere una presencia abrumadora y
desproporcionada; el esnobismo rampante de lo cool y lo hipster hecho
realidad en las diferentes presentaciones y ceremonias que sirven de
retroalimento para nuestras élites en la onda... En este panorama sólo se echa
en falta, por edad y salud, o como excepción que confirme la regla, a Juan Mari
Arzak.
Y tiremos también de
los supuestos objetivos: paz y convivencia, diálogo, ciudadanía, cambio y
tolerancia, Olatu Talka, olas de participación,
faros y muelles. Ya tenemos el traje. El corsé.
Un corsé paradójico barnizado
de ciudadanatis, disfraz de creación
comunitaria y corresponsabilización, que oculta un dirigismo oficialista. Cultura
oficial que ocupa el papel generador que debería tener el conjunto de los
donostiarras ¿Un esfuerzo pedagógico, un impulso, un ánimo, un estímulo?
Cultura por decreto. Prostitución de la cultura. Una usurpación. Un juego de tronos.
El giro perverso de otra perversión.
Y mientras tanto, Chillida Leku cerrado, vetado a los particulares.
Y el Peine de los Vientos -un
sinigual espacio público, concebido precisamente por Eduardo Chillida como
plaza pública, lugar de encuentro, en el que suavizar, peinar los desencuentros y los vientos
de la discordia- cerrado desde hace ocho meses y con la previsión de no ser
abierto antes de verano. Y una ceremonia inaugural en la que no se entiende ni
jota y que no se ve, literalmente, desde el lugar propuesto por la organización
(las únicas que tenían una visión de conjunto eran, como no podía ser de otra
manera, las autoridades que ocupaban la magnífica terraza de Tabacalera). Una ceremonia encargada a
un tal Hänsel Cerezo (lo más) y en la que, según la opinión más extendida, se
echó en falta "una buena traca final de fuegos artificiales" (¡Caballer,
socorrenos!). Y las redes sociales echando humo. Empezamos bien.
De este modo, mientras
que en Edimburgo, el Fringe o
festival paralelo, surge como alternativa al oficial y adquiere tal dimensión
que acaba fagocitándolo, aquí recorremos el camino contrario: "ahora
niños, coged un papel y dibujad un elefante. Que cada uno lo haga como quiera.
Aquí tenéis lápices de colores y tiempo hasta la hora del recreo y luego podréis
salir un rato al patio. Pero no hagáis mucho ruido, que los mayores estamos
trabajando". Y así nos sale un Olatu
Talka, con “ciudadanía protagonista e implicada en la generación de
cambios”.
Porque la oficialidad
trata de apropiarse de la alteridad siempre. No ceja en el empeño de fagocitar
a los creadores, que sucumben a los cantos de sirena para hacerse peligrosamente
cómplices e involuntarios policías políticos de este discurso. Desaparece la
independencia creadora y se conforma un universo dirigido y avalado por quienes
deberían reivindicar su libertad y falta de ataduras. Se toca el piano impecablemente,
pero ¿para qué? Y así, mientras se habla de que se promociona la cultura como
arma de transformación social, se maltrata, se humilla a los creadores. No se genera
base transformadora. La gente se tiene que buscar la vida y si sobran algunas
migajas de la tarta, pues mira qué suerte. Y si un proyecto verdaderamente participativo
se cae de la fiesta es que no tiene cabida.
El reconocido artista
y fotógrafo donostiarra, residente en Berlín, R.O., presenta 365 retratos de
ciudadanos donostiarras en telas de gran formato, para colgar en la plaza de
Zuloaga durante 24 horas cada uno, a lo largo de toda la capitalidad e
incluyendo una breve leyenda con reflexiones de los retratados a propósito de
su ciudad. La interactuación a que puede dar lugar semejante iniciativa no se
le escapa a nadie, pero por alguna razón, quizá de orden estético, quizá no, no
se considera una acción oportuna. Y al
final, todo queda reducido a un legado de hemeroteca, a actuaciones y eventos
culturales más o menos afortunados, desconectados, en un evidente sálvese quien
pueda.
El desembarco pirata
de la Semana Grande, una iniciativa de "los de las txoznas" acaba por sucumbir cuando un gobierno municipal
supuestamente afín lo incluye en el programa oficial de fiestas, domesticándolo,
anulándolo. Y esto es acríticamente aceptado como una jugada maestra por el
siguiente gobierno y por los que vendrán. Como tenemos centros culturales
municipales, bien dotados, que falta harán los espacios alternativos.
El Tacheles berlinés, un edificio
bombardeado durante la II Guerra Mundial y no reconstruido, fue okupado en 1992, tras la caída del muro,
por artistas de todo pelaje y condición, al grito de “los ideales están
arruinados, salvemos la ruina” y vivió una época de gloria en la que reinaba el
cooperativismo y la colaboración artística espontánea y no reglada. Fue tan innovador
que de contar con un expediente de derribo, pasó a recibir medio millón de
visitas al año y a convertirse en el motor de la regeneración del antiguo
barrio judío de la ciudad. Pero murió de éxito. De la noche a la mañana se transformó
en caza mayor para los inversores inmobiliarios que iniciaron el acoso y derribo
de sus miles de metros cuadrados. En 2011, se cortó parte del suministro
eléctrico; en 2012, los últimos artistas se rindieron a la evidencia y, como
suele decirse en estos casos, “depusieron su actitud”. El alcalde prometió
crear en el lugar un centro cultural municipal, pero el principal centro generador
de cultura alternativa de Europa ya había desaparecido. Podríamos decir, a modo
de epitafio, eso que proclaman los grafiteros: “si un mural es legal, no es
grafiti”.
Por eso el enigmático y
anónimo Bansky -bien sea un personaje particular o bien un grupo de muralistas
urbanos que actúan bajo ese seudónimo- y sus acciones de guerrilla artística
nocturna o transgresora, en las que la provocación y la denuncia levantan
ampollas allí donde se hace presente, es tan necesario. Porque si esto ocurre
en Berlín, no será extraño que aquí, en pocos años se incluya también una
rememoración festiva del otrora movidito día de la Salve a modo de toro de fuego revisitado en el que cada cual se
disfrace de lo que más le guste: policía nacional o manifestante.
Y es que son muy pocos
los que se muestran tan firmes como el bardo sin nombre, pastor de ovejas y
cantante, alto y desaliñado, que con su guitarra se planta bajo el arco de la
calle Puerto y nos deja sus canciones, su voz y su canto en un euskera de
verdad, con el sentimiento brotando de los poros de la piel. ¿A cambio de qué?
De nada, ni de unas monedas siquiera. Y claro, ahí sigue; nadie puede con él. Y
ni sabemos cómo se llama. Un lastimoso inadaptado, un bicho raro al que miramos
con una mezcla de estupor, condescendencia y secreta admiración.
En un contexto así, la
crítica a algo que, según el presupuesto básico y primero de su discurso de
presentación, tiene precisamente la "vocación de contar con los de
abajo", se considera subversiva y aguafiestas. De mal gusto, cateta y
destructiva. Se ningunea. Se anula. Y a pesar de ello, quijotes del mundo, se debería
insistir en generar un mínimo debate, pues sólo el debate (interior o
compartido) produce verdadera creación.
Porque, aún y todo, ¿podríamos
seguir pensando que estamos ante un esfuerzo altruista, quizá condicionado;
quizá errado, pero a la postre bienintencionado? Suponiendo que así lo fuera,
quedaría por ver si funciona. Y para que funcione, lo primero que tendría que
haber sería una discusión pública sobre su génesis misma y su conveniencia. Y
no la hay.
Y si no la hay, será difícil
que funcione. Y si no funciona tampoco esperemos excesiva autocrítica. Lo que
no funcione será que se explicó mal (como mucho), o que (más probablemente) se
entendió mal. El DV de 23/01/2016 -aviso a navegantes-, ninguneando en sus
titulares el bochornoso espectáculo inaugural, pero rendido a la evidencia,
señala en páginas interiores que: “el público no entendió la propuesta” y el
propio responsable del asunto, al ser preguntado por la negativa reacción del
público, vino a decir que este no estaba preparado para entenderlo. Así serán
maquillados errores y desvaríos y a otra cosa. Es significativo que, a tres
días de la inauguración se pidieran, para llevar a cabo la misma, 500 voluntarios
(más del doble de los ya inscritos). Un pequeño fallo de comunicación sí, pero la
Organización (ya nos sale con
mayúscula) se acordó de que necesitaba a la gente –a los pretendidos verdaderos protagonistas- para que el
tinglado funcionase, sólo tres días antes. Y claro, no funcionó.
Y a otra cosa. Porque
estamos a otra cosa, por supuesto inconfesable. Así que cuando Pablo Berastegui
nos señala que ésto es "mucho más un gran foro de ideas que un efectista
escaparate de coros y danzas" en realidad expresa una visión de la
realidad que no coincide con la realidad misma. Es justo al revés. Y además
nunca lo suficientemente grande. "Echo de menos algo mediático. Que cada
dos o tres meses hubiese un acto importante que sirviese de escaparate a
Donostia. Creo que, en general, le falta chicha. Son eventos pequeños, sin gran
trascendencia más allá de 100 kilómetros a la redonda", nos dice Mikel
Ubarrechena, presidente del gremio de hostelería local. ¿A qué se refiere?¿a
los Rolling Stones, a Aida con
elefantes y dromedarios, a mandar una misión al espacio? Ni idea, pero el fondo
está claro: promoción económica de la ciudad y dejarse de tonterías. Dígase al
menos a las claras, como lo hace Ubarrechena: nunca es suficiente, ni aunque un
mago haga desaparecer el puente de Maria Cristina.
Y junto a todo ello, surge
de nuevo e inevitablemente el repetido afán por sobredimensionarnos. No somos
poco y debemos estar orgullosos con lo que producimos, pero pretendemos ser
más, mucho más de lo que somos. Nos reinventamos a Chillida, nos reinventamos a
Mendiburu, nos reinventarnos constantemente. Hoy el grupo Gaur, mañana las
vanguardias pictóricas vascas, pasado los paseos escultóricos. Chillida,
Oteiza, Mendiburu, Zumeta, Balerdi, Mendiburu; Aduriz, Berasategui, Argiñano,
Argiñano, Berasategui, Adúriz… Nuestros méritos no dan para tanto excepto, a lo
que parece, en materia gastronómica, lo que no es baladí. La cocina ya no
cocina; la cocina es mucho más que cocina; ahora es ya creación de alta
cultura. Genios de la cocina. Se verá por ejemplo en el evento Creatividad entre fogones. Reinventando la
gastronomía vasca. Y el magnífico Tríptico
de Vicente Ameztoy, actualmente en la exposición de inauguración de la sala de
Kutxa en Tabacalera (Historias compartidas,
que recoge 70 obras de artistas vascos del siglo XX del fondo de Kutxa), estaba
expuesto hace un año en la sala Kubo -también de Kutxa- del Kursaal, con motivo
de la exposición La imagen fantástica.
Ejemplos no faltan.
Este día de la marmota
cultural vasca proviene de que, siendo un país pequeñito, queremos sacar de
donde no hay y lo cierto es que no hay más cera que la que arde. Y no hace
falta cuestionar la calidad de los autores para entenderlo. Se trata de una
especie de oficialismo particular al que le gustaría editar una historia de la
literatura vasca en 40 volúmenes, pero nuestros méritos (ampliamente
reconocidos) no dan para más. Si somos 2.189.000 habitantes según el censo de
2014, ¿a qué viene este afán?
Y si además, nos
empeñamos en seguir como el tonto, para delante cuando se acaba el camino,
nuestra producción artística perderá calidad porque los estándares habrán de
hacerse más laxos para que haya más,
para que se publique más, se premie más, se exponga más.
Me recuerda a esas
viejas películas de Georges Méliès en las que, con únicamente tres o cuatro actores,
se daba una falsa impresión de multitud a base de hacerlos salir y entrar en escena
constantemente.
________________________
Pero, después de todo,
¿son tan importantes las culturas alternativas? Pues sí; sí que lo son, sobre
todo si pensamos en los efectos del poder en la sociedad. Así, Michel Faucault
nos dice: “Cuando pienso en la mecánica del poder, pienso en su forma capilar
de existencia, en el punto en el que el poder encuentra el núcleo mismo de los
individuos, alcanza su cuerpo, se inserta en sus gestos, actitudes, sus
discursos, su aprendizaje, su vida cotidiana”. La cultura oficial es una
cultura hegemónica que se difunde e impone a través de los medios de
comunicación de masas, la educación, el arte y los medios de consumo. Sus
valores y prácticas regulan el pensamiento y el comportamiento de las personas
y configuran simbólicamente la identidad del individuo como parte de un
conjunto regido por los parámetros culturales dominantes.
En el caso particular
de DSS2016EU, se trata además, de crear cultura "alternativa" desde
la oficialidad, en un giro perverso y cínico, en un doble engaño. ¿Qué no cuela?
Pues sí, sí que lo hace.
Y si de lo que
hablamos es de poder y control, reivindicar como ciudadanos el derecho a
cocinar el pastel cultural no es una cuestión baladí.
La cultura debe de ser
algo vivo, que esté ahí, en construcción permanente, encarnado en las personas
que configuran la sociedad y no algo que se asemeje a una tramoya, un atrezzo que durante un año funcione por
decreto institucional.
Pero en todo caso, si
mis dudas quedan a la postre resueltas y si mi escepticismo me obliga a agachar
la cabeza y pedir disculpas, una vez más lo haré. Y si se trata de un comienzo
y este es para bien, bienvenido sea.
Y bienvenido sea
también el debate al respecto, puesto que la verdad no es patrimonio de nadie
en particular; la verdad, si es que existe algo parecido, se busca entre todos,
en diálogo y debate permanente, de manera que sentíos libres para enmendarme la
plana si os parece necesario.
________________________
Postdata: el mago no
lo consiguió. El puente no desapareció. La inauguración ha sido una mierda de
660.000€. Pero tranquilos: nos quedan exactamente 48.772.012 - 660.000 =
48.112.012 € para fiestukis. Y en verano fuegos artificiales.
sábado, 26 de diciembre de 2015
RECETA DE PASTEL
Pero ¿quién coño le ha votado a Rajoy para volver a ganar las elecciones?, nos preguntamos muchos.
Nosecuántos millones de españoles.
Receta de un pastel para 40 millones de españoles (muchísimos más que "nosecuántos").
Si tenemos en cuenta que la Ley Holms -o como se llame- considera
fundamentalmente la densidad de población (también otros factores, pero
la extensión territorial y el número de habitantes, sobre todo) para
"garantizar la representación territorial", lo que se traduce en "a
menos población, menos votos necesarios para obtener un escaño", ya
tenemos la base del pastel.
A ello le añadimos que don Mariano se ha pasado la campaña jugando al dominó de pueblo en pueblo. Reservamos.
En un cazo aparte ponemos que hay muuuuucha gente (pero mucha muchísima) que ve "En tu casa o en la mía", el programa de Bertín Osborne, o el "Qué tiempo tan feliz", de Maria Teresa Campos.
Por último añadimos que la Voz de su amo ha hecho una vez más su labor con la solvencia y servilismo esperados (léase "En tu envidia o en la mía", artículo de Carlos Herrera para XL Semanal). Mezclamos bien.
Y ya podemos meterlo en el horno.
Una campaña electoral de puta madre, pero de puta madre de verdad y chinpún: ¡123 escaños!.
Pero ojo, cuidado al sacarlo, no se vayan a quemar los dedos, que los geriátricos de provincias también están a tope de votantes -a algunos hasta les ponen el sobre cerrado en las manos antes de entrar en el colegio electoral- y son lugares con mucha población flotante...
A ello le añadimos que don Mariano se ha pasado la campaña jugando al dominó de pueblo en pueblo. Reservamos.
En un cazo aparte ponemos que hay muuuuucha gente (pero mucha muchísima) que ve "En tu casa o en la mía", el programa de Bertín Osborne, o el "Qué tiempo tan feliz", de Maria Teresa Campos.
Por último añadimos que la Voz de su amo ha hecho una vez más su labor con la solvencia y servilismo esperados (léase "En tu envidia o en la mía", artículo de Carlos Herrera para XL Semanal). Mezclamos bien.
Y ya podemos meterlo en el horno.
Una campaña electoral de puta madre, pero de puta madre de verdad y chinpún: ¡123 escaños!.
Pero ojo, cuidado al sacarlo, no se vayan a quemar los dedos, que los geriátricos de provincias también están a tope de votantes -a algunos hasta les ponen el sobre cerrado en las manos antes de entrar en el colegio electoral- y son lugares con mucha población flotante...
¡FELIZ NAVIDAD!
¡Feliz Navidad queridos amigos y amigas!.
Feliz Navidad a cada uno de vosotros.
Este año no quisiera desearos sólo cosas buenas para el que viene, aunque también.
Todos sabemos que el voluntarismo no puede evitar, por sí mismo, los
problemas que han de llegar -y hemos de afrontar-, inevitablemente, en
un momento u otro.
Todos sabemos que los tiempos felices se vetean de amargura por acontecimientos desdichados que nos esperan a la vuelta de la esquina.
Por eso, quisiera desearos, este año que comienza, lo mejor en un sentido amplio: que cada uno encuentre su ruta y que el devenir sea, con sus malos ratos y sus alegrías, un camino hacia la plenitud, hacia el amor de Dios, hacia la solidaridad entre los hombres, hacia un sentido intenso y verdadero de eso que se entiende como Vida.
¡Os deseo VIDA!
Iñigo
Todos sabemos que los tiempos felices se vetean de amargura por acontecimientos desdichados que nos esperan a la vuelta de la esquina.
Por eso, quisiera desearos, este año que comienza, lo mejor en un sentido amplio: que cada uno encuentre su ruta y que el devenir sea, con sus malos ratos y sus alegrías, un camino hacia la plenitud, hacia el amor de Dios, hacia la solidaridad entre los hombres, hacia un sentido intenso y verdadero de eso que se entiende como Vida.
¡Os deseo VIDA!
Iñigo
viernes, 20 de noviembre de 2015
GREGOR JORDAN: HACIENDO VEROSIMIL LO INVEROSIMIL
El argumento es el siguiente: un colgado americano, ex-investigador de la CIA en cuestión de explosivos y converso al Islam (qué verosímil), fabrica en su casa tres bombas atómicas (qué verosímil) y las esconde en tres ciudades distintas de EEUU para hacerlas estallar sincronizadamente si el gobierno americano no cambia su política imperialista en Oriente Medio. Entonces se entrega (qué verosímil) y queda en manos de un agente secreto veterano de guerra y experto en torturas que se tortura a sí mismo por ser un torturador. Pero él lo hace porque persigue un bien mayor, cual es la salvación de los 9 millones de almas que, calcula, se pueden llevar por delante los petardos del zumbado.
La peli es tramposa.
Plantea una situación imposible para desplegar la teoría, por tierra,
mar y aire, de que la tortura es, desgraciadamente y en determinadas
situaciones, inevitable. El catálogo de situaciones lo decidirá la autoridad competente. De momento preparemos a las masas para que no entren en estado de shock.
Y qué decir de esa hipocresía disfrazada de aparente dilema moral que hace sufrir tanto a unos protagonistas que, a la postre, pueden llegar a comportarse como témpanos de hielo cuando ven plenamente justificado, por necesario, el recurso a infligir un dolor bajo control, desplegando entonces, inmunizados, todo el catálogo de barbaridades inimaginables. En algún sitio habían aprendido antes...
El recurso a la tortura debería ser siempre una línea roja infranqueable. Plantear situaciones cinematográficamente límite es una trampa para suavizar y relativizar la convicción de que se trata de una barbaridad inadmisible para el ser humano.
Este, de nuevo, se convierte en un lobo para el hombre.
Y qué decir de esa hipocresía disfrazada de aparente dilema moral que hace sufrir tanto a unos protagonistas que, a la postre, pueden llegar a comportarse como témpanos de hielo cuando ven plenamente justificado, por necesario, el recurso a infligir un dolor bajo control, desplegando entonces, inmunizados, todo el catálogo de barbaridades inimaginables. En algún sitio habían aprendido antes...
El recurso a la tortura debería ser siempre una línea roja infranqueable. Plantear situaciones cinematográficamente límite es una trampa para suavizar y relativizar la convicción de que se trata de una barbaridad inadmisible para el ser humano.
Este, de nuevo, se convierte en un lobo para el hombre.
Se trata de propaganda 2.0.
jueves, 19 de noviembre de 2015
PARANOIAS
Le contesto a mi hermano sobre si la paranoia actual con los atentados de París está o no está justificada. Escribo desde el convencimiento de que no estoy frivolizando.
Por supuesto que creo que no está justificada. No es que no exista
el terrorismo, no es que no mate, ni que no tenga un carácter de
especial gravedad, ni que no sea un fenómeno desgraciadamente en auge, ni que no le pueda tocar a cualquiera. Ahí están los hechos.
Le puede tocar a cualquiera cualquier cosa: desde un accidente de bicicleta hasta que un tiesto le caiga en la cabeza, pasando por que le parta un rayo (algo mucho más probable). Que yo sepa, no hay especiales paranoias contra los rayos, los tiestos o las inocentes bicicletas, que cada año matan a miles de personas en todo el mundo.
Lo que yo digo no tiene nada que ver con la gravedad e injusticia de los hechos acaecidos en París, Líbano o Mosul, ambas extraordinarias, pero los argumentos sobre la teoría del miedo no resultan comunmente aceptados, a pesar de dictarlos el sentido común, y entonces el debate se sitúa en un discurso de mesa camilla que entonces sí parece verdaderamente peligroso. Y da miedo.
Porque en ese caldo de cultivo te las cuelan todas: desde la invasión de la avispa asiática de la que nos habla Michael Moore en Bowling for Columbine, hasta las fresquísimas declaraciones (de hoy mismo) del ministro del interior francés, Manuel Valls, en el sentido de que los terroristas podrían estar preparando temibles armas de destrucción masiva bacteriológicas o químicas (o podrían estar preparando un plumcake en su piso franco del barrio de Saint-Denis, por supuesto).
Recordemos aquí al inefable, cuando decía eso de "pueden creerme; en Irak hay armas de destrucción masiva". No había, bueno, ¿y qué?
Recordemos aquí al inefable, cuando decía eso de "pueden creerme; en Irak hay armas de destrucción masiva". No había, bueno, ¿y qué?
Recordemos también al Sr. gobernador de California, Gray Davis, demócrata, tras el atentado de las Torres Gemelas de 2001, asegurando poseer información contrastada de que los terroristas iban a atentar (como si solo se tratara de sentarse a esperar) contra el Golden Gate de San Francisco en los días inmediatamente posteriores a la crisis y me parto de risa (por no llorar de pena). Eso sí que da miedo.
Los terroristas, ya se sabe, van a los lugares especialmente vigilados, justamente ahora que la última moda es el chaleco de trilita, y se inmolan tranquilamente en todas partes y a todas horas, allí donde les viene en gana. Ahora todos somos su objetivo. Las radios y las televisiones nos releen el precioso poema de Martin Niemüller, erróneamente atribuido a Bertold Bretch:
Y es que la capacidad del terrorismo es fundamentalmente dialéctica, es decir, es la capacidad de imponer un determinado discurso con una determinada intención poniendo los muertos encima de la mesa. Yo tengo esto, ¿qué tienen ustedes?. De ahí su nombre, que se refiere expresamente a su intención de provocar terror, miedo entre la población, y condicionarnos así de una forma significativa.
Los terroristas, ya se sabe, van a los lugares especialmente vigilados, justamente ahora que la última moda es el chaleco de trilita, y se inmolan tranquilamente en todas partes y a todas horas, allí donde les viene en gana. Ahora todos somos su objetivo. Las radios y las televisiones nos releen el precioso poema de Martin Niemüller, erróneamente atribuido a Bertold Bretch:
"Primero
apresaron a los comunistas, y no dije nada porque yo no era un
comunista.
Luego se llevaron a los judíos, y no dije nada porque yo no era un judío.
Luego vinieron por los sindicalistas, y no dije nada porque yo no era ni obrero ni sindicalista.
Luego se llevaron a los católicos, y no dije nada porque yo era protestante.
Hoy vinieron por mí, pero ya es demasiado tarde."
Luego se llevaron a los judíos, y no dije nada porque yo no era un judío.
Luego vinieron por los sindicalistas, y no dije nada porque yo no era ni obrero ni sindicalista.
Luego se llevaron a los católicos, y no dije nada porque yo era protestante.
Hoy vinieron por mí, pero ya es demasiado tarde."
Y es que la capacidad del terrorismo es fundamentalmente dialéctica, es decir, es la capacidad de imponer un determinado discurso con una determinada intención poniendo los muertos encima de la mesa. Yo tengo esto, ¿qué tienen ustedes?. De ahí su nombre, que se refiere expresamente a su intención de provocar terror, miedo entre la población, y condicionarnos así de una forma significativa.
Traducción: registros indiscriminados sin orden judicial, confinamiento de sospechosos, control de fronteras, policías armados en sus horas fuera de servicio, arcos de seguridad, detenciones de sospechosos, control, control, control. Y la gente contentísima, acojonadísima y pensando en la tranquilidad (ficticía, por lo tanto) que dan esas medidas. Es la paradoja de "metannos miedo para que estemos tranquilos". Las sociedades occidentales acogen ese miedo como una
herramienta de control so pretexto de "garantizar nuestra seguridad".
Hoy hablaba un locutor de TV en los siguientes términos: "la gente pasea tranquila de ver tanta seguridad, pero un poco intranquila de ver a tantos policías nerviosos y con tantas armas". Pues si que estamos buenos.
Y lo cojonudo es que te encuentras con que con este discurso está de acuerdo, lo mismo un tipo que se dedica a hacer parapente, que otro que va a 150 km/h por la carretera con toda la familia dentro del coche.
De lo que nadie habla es de los 36 muertos en atentado ayer mismo en Siria o los 57 de anteayer en Líbano, donde no existe una modificación sustancial del debate sobre seguridad.
La gente me pregunta cada dos por tres si no me da miedo trabajar con 14 jóvenes magrebíes residentes en nuestro centro de acogida. Dices que no y no te creen, los muy gilipollas. Deben de pensar que mentimos o que padecemos el síndrome de Estocolmo.
Una sociedad con miedo es muy moldeable: te hacen pasar por el aro, literalmente (arco de aeropuerto), pero es mucho más fácil morir de diarrea en Egipto que a consecuencia de un atentado terrorista, por mucho que casi te haya tocado cuando estuvistes en el Sinaí en las últimas vacaciones. De hecho, en aquel tiempo, era mucho más probable morir en un atentado terrorista en Euskadi que en Egipto.
Y así, siguiendo el hilo y en cuestión de violencia de género, con casi 100 muertes al año en nuestro país, hay que recalcar que todavía hoy es el día en que no hay una ley integral contra este tipo de terrorismo, mucho más dañino en términos absolutos. Se trata de pensar un poco en cómo dimensionamos la información que recibimos.
Cuando ocurre un maremoto todo el mundo conoce a alguien que estaba allí; cuando hablamos de accidentes de tren, siempre hay alguien que tiene un amigo que tiene un amigo que estaba allí. Yo mismo conozco una chica chilena que trabajaba en Haiti cuando el terremoto de Haití; que fue evacuada a Chile y le cayó de pedrea el terremoto de Chile. Para volverse loca. Y cuando hay un atentado, nos pasa tres cuartos de lo mismo: todo el mundo conoce a alguien.
Conviene recordar, y esto siempre me ha llamado la atención, que existe una teoría que dice que estamos a seis pasos de cualquier otro ser humano del universo mundo, incluyendo por supuesto, famosos y celebridades, desde el presidente de los Estados Unidos hasta el Papa, pasando por Bob Dylan o Justin Bieber. Se llama probabilidad y se estudia en matemáticas de la ESO.
¿Cuántos inmigrantes había en España en el año 2000? Menos de un millón. ¿Nos acordamos de los sucesos racistas de El Ejido, Almería, España, año 1999, en los que se aventaron todas esas mentiras contra los inmigrantes y toda aquella sicosis colectiva sobre el carácter invasivo de la emigración del estrecho de Gibraltar? Ahora hay 4,7 (y bajando, a pesar de los repuntes actuales) ¿Qué han hecho los inmigrantes desde entonces? Aumentar el PIB un 3% anual los siguientes 8 años, hasta que llegó la crisis. Y ahora con los refugiados volvemos a la casilla de salida, en un momento en que nuestro país necesita savia nueva y mano de obra especializada.
Y a monseñor Cañizares, por ejemplo, por razones muy concretas, solo se le ocurre decir que no son "trigo limpio"-. Y luego está el mocetón ese del PP catalán...
Mezclamos todo en la batidora: inmigrantes, yihadismo, Isis, trigo limpio y nos sale el coctel perfecto para tenernos pegados a la telebasura.
Nos da miedo montar en avión, pero objetivamente es el medio de transporte más seguro. Nuestro miedo tiene una base subjetiva. Imagínate si lo aventamos. Es lo que ocurre cuando te sientas en un avión junto a alguien que tiene miedo a volar y le explicas lo que pasaría ("¿te imaginas...?") con pelos y señales, si a los motores del cacharro en el que está a punto de despegar les diese por estallar a la vez, jajaja, que risa María Luisa. Se cagaría de miedo.
Es como si a alguien que está con la mosca detrás de la oreja con esto del terrorismo le cuentan que han encontrado un arsenal en un piso franco que "se te ponen los huevos de corbata". Ocurre exactamente eso: que te los pone de corbata.
Parece que los terroristas son sofisticadísmos malvados capaces de construir una bomba atómica con cuatro cosas que recogen de un contenedor. No se dice que los dos suicidas del estadio de Saint-Denis, no lograron entrar en el recinto porque no tenían un plan viable, eran unos chapuceros y unos inútiles y que, con un cinturón de bombas nuevecito y un estadio a rebosar, sólo consiguieron matarse ellos y a un pobre hombre que pasaba por allí. Menudo éxito. No se dice que la extracción social de estos chicos es la que es, que da pena morena y que lo mismo se agarran a un Kalasnikov que se dedican a fumar canutos en la puerta del instituto o las dos cosas a la vez. No, que va. Salah Abdeslam es el Dr. No. Y 007 sin aparecer.
A mi estas cosas me dan que pensar.
Y sobre todo creo que este discurso está haciendo muchísimo daño a la millonaria minoría musulmana de toda Europa, por ejemplo, a la que se detiene preventivamente y se humilla públicamente y se obliga a justificarse permanentemente. Porque se le "coge miedo" y eso, etimológicamente, no es otra cosa que xenofobia. Y la xenofobia ya sabemos a qué conduce. Ósea que cuidadito con dejar aventar nuestros prejuicios y nuestros miedos, que luego no hay quien los pare.
Voy a contar un chiste para que los predispuestos se me lancen a la yugular: "Anuncio por palabras: Taliban con ciclomotor, se ofrece para pequeñas demoliciones". Ante la desgracia, el horror y la injusticia, la respuesta serena y liberadora de la risa. Por respeto a los muertos.
Hoy hablaba un locutor de TV en los siguientes términos: "la gente pasea tranquila de ver tanta seguridad, pero un poco intranquila de ver a tantos policías nerviosos y con tantas armas". Pues si que estamos buenos.
Y lo cojonudo es que te encuentras con que con este discurso está de acuerdo, lo mismo un tipo que se dedica a hacer parapente, que otro que va a 150 km/h por la carretera con toda la familia dentro del coche.
De lo que nadie habla es de los 36 muertos en atentado ayer mismo en Siria o los 57 de anteayer en Líbano, donde no existe una modificación sustancial del debate sobre seguridad.
La gente me pregunta cada dos por tres si no me da miedo trabajar con 14 jóvenes magrebíes residentes en nuestro centro de acogida. Dices que no y no te creen, los muy gilipollas. Deben de pensar que mentimos o que padecemos el síndrome de Estocolmo.
Una sociedad con miedo es muy moldeable: te hacen pasar por el aro, literalmente (arco de aeropuerto), pero es mucho más fácil morir de diarrea en Egipto que a consecuencia de un atentado terrorista, por mucho que casi te haya tocado cuando estuvistes en el Sinaí en las últimas vacaciones. De hecho, en aquel tiempo, era mucho más probable morir en un atentado terrorista en Euskadi que en Egipto.
Y así, siguiendo el hilo y en cuestión de violencia de género, con casi 100 muertes al año en nuestro país, hay que recalcar que todavía hoy es el día en que no hay una ley integral contra este tipo de terrorismo, mucho más dañino en términos absolutos. Se trata de pensar un poco en cómo dimensionamos la información que recibimos.
Cuando ocurre un maremoto todo el mundo conoce a alguien que estaba allí; cuando hablamos de accidentes de tren, siempre hay alguien que tiene un amigo que tiene un amigo que estaba allí. Yo mismo conozco una chica chilena que trabajaba en Haiti cuando el terremoto de Haití; que fue evacuada a Chile y le cayó de pedrea el terremoto de Chile. Para volverse loca. Y cuando hay un atentado, nos pasa tres cuartos de lo mismo: todo el mundo conoce a alguien.
Conviene recordar, y esto siempre me ha llamado la atención, que existe una teoría que dice que estamos a seis pasos de cualquier otro ser humano del universo mundo, incluyendo por supuesto, famosos y celebridades, desde el presidente de los Estados Unidos hasta el Papa, pasando por Bob Dylan o Justin Bieber. Se llama probabilidad y se estudia en matemáticas de la ESO.
¿Cuántos inmigrantes había en España en el año 2000? Menos de un millón. ¿Nos acordamos de los sucesos racistas de El Ejido, Almería, España, año 1999, en los que se aventaron todas esas mentiras contra los inmigrantes y toda aquella sicosis colectiva sobre el carácter invasivo de la emigración del estrecho de Gibraltar? Ahora hay 4,7 (y bajando, a pesar de los repuntes actuales) ¿Qué han hecho los inmigrantes desde entonces? Aumentar el PIB un 3% anual los siguientes 8 años, hasta que llegó la crisis. Y ahora con los refugiados volvemos a la casilla de salida, en un momento en que nuestro país necesita savia nueva y mano de obra especializada.
Y a monseñor Cañizares, por ejemplo, por razones muy concretas, solo se le ocurre decir que no son "trigo limpio"-. Y luego está el mocetón ese del PP catalán...
Mezclamos todo en la batidora: inmigrantes, yihadismo, Isis, trigo limpio y nos sale el coctel perfecto para tenernos pegados a la telebasura.
Nos da miedo montar en avión, pero objetivamente es el medio de transporte más seguro. Nuestro miedo tiene una base subjetiva. Imagínate si lo aventamos. Es lo que ocurre cuando te sientas en un avión junto a alguien que tiene miedo a volar y le explicas lo que pasaría ("¿te imaginas...?") con pelos y señales, si a los motores del cacharro en el que está a punto de despegar les diese por estallar a la vez, jajaja, que risa María Luisa. Se cagaría de miedo.
Es como si a alguien que está con la mosca detrás de la oreja con esto del terrorismo le cuentan que han encontrado un arsenal en un piso franco que "se te ponen los huevos de corbata". Ocurre exactamente eso: que te los pone de corbata.
Parece que los terroristas son sofisticadísmos malvados capaces de construir una bomba atómica con cuatro cosas que recogen de un contenedor. No se dice que los dos suicidas del estadio de Saint-Denis, no lograron entrar en el recinto porque no tenían un plan viable, eran unos chapuceros y unos inútiles y que, con un cinturón de bombas nuevecito y un estadio a rebosar, sólo consiguieron matarse ellos y a un pobre hombre que pasaba por allí. Menudo éxito. No se dice que la extracción social de estos chicos es la que es, que da pena morena y que lo mismo se agarran a un Kalasnikov que se dedican a fumar canutos en la puerta del instituto o las dos cosas a la vez. No, que va. Salah Abdeslam es el Dr. No. Y 007 sin aparecer.
A mi estas cosas me dan que pensar.
Y sobre todo creo que este discurso está haciendo muchísimo daño a la millonaria minoría musulmana de toda Europa, por ejemplo, a la que se detiene preventivamente y se humilla públicamente y se obliga a justificarse permanentemente. Porque se le "coge miedo" y eso, etimológicamente, no es otra cosa que xenofobia. Y la xenofobia ya sabemos a qué conduce. Ósea que cuidadito con dejar aventar nuestros prejuicios y nuestros miedos, que luego no hay quien los pare.
Voy a contar un chiste para que los predispuestos se me lancen a la yugular: "Anuncio por palabras: Taliban con ciclomotor, se ofrece para pequeñas demoliciones". Ante la desgracia, el horror y la injusticia, la respuesta serena y liberadora de la risa. Por respeto a los muertos.
lunes, 16 de noviembre de 2015
EL DESENCANTO DE LOS PANERO
Ayer
vimos el documental "El Desencanto", rodado en 1976 entre Astorga y
Castrillo de las Piedras (León) por Jaime Chávarri y producido por Elías
Querejeta, en el que aparecen, sucesivamente y en primera persona los trágicos
testimonios de las trágicas vidas de la extinta y trágica familia Panero: la
madre, Felicidad Blanc (1913-1990), esposa del poeta falangista Leopoldo Panero
(m. 1962 y omnipresente a lo largo de todo el metraje), y los hijos: Michi
(1951-2004), Juan Luis (1942-2013) y Leopoldo María (1948-2014).
La
película es el retrato de una familia acomodada de la época, culta y pudiente,
decadente y en descomposición, donde la hipocresía y la apariencia, el
autoritarismo y la crueldad se hacen transversales, pero en la que también se
presentan la ternura soterrada, el humosr y la astracanada, la provocación y la
sinceridad desprovista de aditivos. La película es también el retrato de una época
y una clase social que se venía abajo, al tiempo que lo hacía el régimen que
fue su caldo de cultivo, devorada por sus contradicciones.
A
Leopoldo María le pudimos escuchar, hasta hace relativamente poco, en la
"Tertulia de los locos" de Xavier Sardá, en su programa La Ventana de
la SER, antes de que se hiciera cargo del mismo Gemma Nierga. Hablaba con la
misma loca lucidez que en el documental de Querejeta, con la misma voz gangosa
y sonada que entonces, con la misma sinceridad descarnada y sin concesiones,
desde el sanatorio siquiátrico San Juan de Dios de Mondragón (Arrasate,
Gipuzkoa), el mismo en el que Michelle Angiolillo Lombardi había asesinado, el
8 de agosto de 1897, al presidente de gobierno español Antonio Cánovas del
Castillo cuando el establecimiento se regentaba como Balneario de reposo y
aguas medicinales de Santa Águeda. Otro anarquista.
Para
entonces, Leopoldo María ya se había convertido en representante incuestionable
del malditismo poético del tardofranquismo y era ya un consagrado poeta,
traductor y ensayista, miembro, desde finales de los 70, de "Los
Novísimos" de José María Castellet y autor de una extensa obra
aclamada por la crítica especializada desde finales de los años 80.
Paralelamente, su vida había transcurrido entre la cárcel (por su activismo
político de izquierdas desde antes de la muerte de Franco) y los sanatorios
siquiátricos, entre la sagacidad y la demencia, entre el alcohol y todo tipo de
drogas.
De
alcohol y drogas hablaba abiertamente, como de una historia de amor trágica e
inevitable. En 1990 publicó un estremecedor poemario dedicado por entero a la
heroína.
Alcohol,
drogas y enfermedad mental que acompañaron también al padre,
Leopoldo, y a los otros dos hermanos, Juan Luis y Michi. El suicidio, que
ninguno llegó a consumar, el humor descarnado, la sinceridad redentora, sin
concesiones, de la que hacen gala madre y hermanos al enfrentarse a sus adicciones,
sus relaciones personales y el ajuste de cuentas de su historia familiar, y la
poesía salvaje y despiadada, única válvula de escape a la alternativa de la
enfermedad siquiátrica. Y por encima de toda la familia, la figura del padre
-ausente pero permanente-, su autoritarismo y su filiación con un régimen que
devoró a una estirpe de clase acomodada y culta, pero en permanente decadencia
y contradicción.
En
ellos, la ternura se disfraza de sinceridad radical, pero el reproche se
desviste de odio y el ajuste de cuentas se maneja a través de las sonrisas, el
reconocimiento mutuo, la autocrítica, la búsqueda de la belleza en la tragedia
existencial y en la sordidez de la vida. Y sin absolutamente ninguna concesión
de índole sentimental.
Juan
Luis, el más cosmopolita de los tres hermanos, viajero y vividor, también
publicó un extenso poemario, Felicidad Blanc, la bellísima, la encantadora y
granítica madre, un libro de memorias de aquella época: "Espejo de
sombras"; y Michi, el pequeño y entrañable Michi, poeta sin obra,
columnista, ensayista y vividor.
Felicidad
murió en 1990. A su muerte, en 1994, el cineasta Ricardo Franco, filmó
"Después de tantos años", una continuación de la reflexión de los
Panero en película de Chávarri. Tras la desaparición de Felicidad, lo
hicieron, de cáncer, Michi (2004) y Juan Luis (2013). El último en partir fue
Leopoldo María. Se había marchado desde Mondragón al manicomio del Dr.
Rafael Inglott, como él lo llamaba, en la Unidad Siquiátrica del Hospital
de Las Palmas de Gran Canaria.
La
vida, como decía Michi, era un error. Quizá el contacto con el tormento prolongado,
buscado y rebuscado, la enfermedad mental, el coqueteo con la muerte del que
presumía Juan Luis, la búsqueda de la estética en la sordidez de la que nos
habla Leopoldo... sean un hipnótico y bellísimo error anterior.
La
madre, recitando versos de memoria, melancólicos versos de una época ya
perdida, en su expléndida y estoica lucidez, quizá fuese la antesala de tanta
locura, de tanta belleza, de tanta terrible humanidad, de tanta insoportable
ternura y de tanto entrañable sufrimiento.
La
triste sonrisa del joven viejo Leopoldo María, la descarada timidez de Michi o
la astracanada permanente e impostada de Juan Luis quizá fuesen también un
insólito guiño a la vida camino de la muerte.
"La vida es mucho más lineal y sórdida de lo que
queremos creer y uno se olvida siempre de la última parte de cada noche o
de cada borrachera. Lo que es un error es vivir"
Michi Panero.
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